“Colombia
es el segundo país del mundo con más víctimas de minas anti personas, después de
Afganistán y seguido por Camboya”.
Las
minas anti persona matan y mutilan a civiles y combatientes de forma
indiscriminada, incluso una vez que las hostilidades han concluido. Cientos de
miles de personas, principalmente civiles, se han convertido en víctimas
directas de las minas anti personas y de otros restos explosivos de
guerra o en víctimas indirectas, al perder la posibilidad de buscar leña,
recolectar agua o simplemente cultivar sus campos. Las lesiones que provocan
las minas anti-persona son particularmente horribles; provocan discapacidades
de por vida a los supervivientes y obligan a prestar asistencia durante mucho
tiempo a las víctimas y a sus familias. Las minas también dejan una profunda
huella psicológica en los supervivientes, en sus familiares y en el conjunto de
la comunidad en la que viven.